5 abr 2011

Cádiz-Herzegovina

Manuel Chaves y Pepe Griñán

EL MUNDO.-Harto. Así está ya el presidente andaluz Pepe Griñán del enrocamiento del principal ‘clan’ del PSOE andaluz, el que simboliza el hasta ayer consejero de Gobernación y Justicia, Luis Pizarro, natural de Alcalá de los Gazules (Cádiz). Griñán ha terminado por asumir la existencia de graves maniobras que, desde Cádiz, perseguían claramente menoscabar su autoridad, crédito y futuro político al frente de la organización socialista en Andalucía. Y eso le hizo reaccionar ayer. Algo tarde, pero muchos cargos críticos con Pizarro y Cabaña (secretario general PSOE de Cádiz) no ocultaron, aún en privado, su alborozo por la dimisión de Pizarro. Fuentes del PSOE-A no descartan que haya “mas novedades” este viernes 8, en el que Cabaña ha convocado dos comités provinciales –uno ordinario y otro extraordinario, el segundo para ratificarse de nuevo como candidato a la presidencia de la Diputación, en contra de la Comisión Ejecutiva Regional. Habrá voces críticas en la reunión.


La crisis se encendió el 14 de julio de 2009. Perfectamente informado de lo que sucedía en el seno del PSOE gaditano –cuyas riñas internas entre ‘familias’ forman parte de su historia – Griñán dejó circunspectos a los asistentes a la presentación de la nueva sede del PSOE de la capital. La ocurrencia del presidente y secretario fue referirse su partido como “Cádiz Herzegovina, por las peleas que hay, pero un partido que no discute es un partido muerto. El problema es que si la discusión no es por las ideas sino para ocupar el puesto de otro, vienen los problemas". Al viejo ‘clan’ de Alcalá de los Gazules no le hizo gracia la comparación, ajustada por otra parte de la realidad socialista gaditana.

El mensaje, claro y directo, fue un misil cargado de ironía a la línea de flotación de la nave del PSOE comandada por Luis Pizarro con Francisco González Cabaña como timonel. Y desde entonces los disgustos no han parado ante la inacción, o prudencia, de Griñán. El más sonoro fue el intento de defenestrar, vulnerando todas las normas internas del partido, a la alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, y sustituirla a las bravas por el arquitecto Manuel González Fustegueras. La Operación ‘Fuste’ contaba con el beneplácito de Chaves, Pizarro y Cabaña, una grave descrédito para los tres, ya que el propio arquitecto desistió al conocer que Griñán no apoyaba en modo alguno tal idea.

RENOVACIÓN POR DECRETO
Griñán se ha cansado de buenas palabras. La idea del presidente-secretario general, según diversas fuentes, es sustituir en pocos días a varios delegados provinciales afines a Chaves y Pizarro, como el de Empleo (Juan Bouza), Educación (Blanca Alcántara) o Medio Ambiente (Silvia López). En el alero está igualmente la delegada de Economía e Innovación, Angelines Ortiz. Es decir ‘descabezar’ el clan de de la vieja guardia.  Pizarro, enterado de esas intenciones, y considerándolas una desautorización en toda regla, optó por dimitir aunque no como parlamentario andaluz por Cádiz.

Los altos cargos socialistas consultados ayer por El Mundo de Andalucía coincidieron en criticar la tardanza de la decisión que, a su juicio, debió ser ejecutada por Griñán hace un año tras ser elegido nuevo secretario general: “No es el momento adecuado”. “Hay mucha gente partiéndose la cara por el PSOE, que creemos en este proyecto que no nos merecemos esto en Cádiz, no hay derecho. Pero la realidad es que esto abre una esperanza, la de arreglar definitivamente esta situación cerrada en falso tras el congreso extraordinario regional”, afirmaba ayer un veterano militante socialista gaditano para quien “efectivamente, esta crisis es ahora una gran oportunidad”.

LA ‘ESPANTÁ’ DE CABAÑA
Especialmente grave fue el desaire protagonizado hace un año por González Cabaña horas antes e iniciarse el mandato de Griñán como secretario general. Cabaña dio calabazas a Griñán, quien para facilitar la renovación en el PSOE gaditano le ofreció entonces ser secretario de Política Municipal, candidato al Senado e incluso mantener la alcaldía de Benalup-Casas Viejas. A cambio dejaría la secretaría general del PSOE de Cádiz y no volvería a ser candidato a la presidencia de la Diputación.  Cabaña aceptó –fue horas antes de que Griñán fuera elegido- pero se arrepintió, al parecer tras conversar con Pizarro esa misma madrugada. Y Cabaña le aguó la fiesta a Griñán con su espantá.

Desde aquella noche, la guerra balcánica se ha quedado en pañales. Cabaña ha laminado a sus nuevos enemigos, ha ido apartando de su lado, en todos los ámbitos, a cualquiera que oliese a ‘griñanismo’, empezando curiosamente por Francisco Aído, el padre de la ministra, uno de sus asesores en la Diputación. Ayer, muchos agraviados buscaron el apoyo y la protección de la secretaria de Estado de Igualdad, que suena como cabeza del relevo generacional socialista andaluz.

Cabaña ha ido despojando de influencia a los veteranos diputados José Luis Blanco (ex consejero de Medio Ambiente) y Juan Cornejo –a quienes apartó de sus funciones en campaña electoral- y ha expedientado a una veintena de militantes por ejercer la crítica en un blog –ahora clausurado- “Cádiz Socialista”. Pero desde ayer se organizan “el sindicato de afectados” por la política de Pizarro y Cabaña. Otra vez los sables brillan.