Probablemente Pepe Griñán no sepa que algunos tenemos la intuición clara que fue quien tomó la decisión de tirar palante en el caso Bahía Competitiva. Y todo ello pese a que afectaba supuestamente a la gestión y reputación de un significado miembro del clan socialista de Alcalá de Los Gazules: Antonio Perales Pizarro. Todo un misil a la línea de flotación del viejo barco del poder que navega desde hace treinta años por aguas andaluzas y al que algunos se aferran aún con esperanza ciega de seguir en el carguito. Tolerancia cero. La conmoción en las familias socialistas gaditanas es total. No es para menos, porque la dirección provincial anda del coro al caño como si no fuera la cosa con ella. Algo tendrá que decir Cabaña cuando lea los periódicos, contados blogs y confidenciales. Si quiere, por Twitter.
No está de moda hablar bien de Griñán -que tiene otras responsabilidades no asumidas- pero hizo lo que tenía que hacer, y si no nos enteramos antes de que fue la Junta quien denunció el caso ante la Udyco y el Banco de España hasta que el consejero compareció (septiembre) fue por prudencia, que no por miedo o complicidad. Para dejar hacer a jueces y policías su labor, tocara a quien tocara. Que en el nuevo y viejo PSOE no busquen fantasmas, porque fue Griñán, el presidente de la Junta y secretario general del PSOE (hasta donde puede y le dejan), quien dio luz verde. Es que no pudo ser otro. En otros asuntos es un botarate político ilustrado, pero en éste no. Y en otro jerezano tampoco.