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Captura de un boletín informativo de Euronews. Arriba, perfil de Madrid hoy |
Estoy en Madrid, feliz de reencontrarme con la ciudad donde pasé los cuatro años más duros y apasionantes de mi vida: luces azules de furgones policiales cerca de la calle Génova, así que desisto de cenar cerca porque hay nervios, entre los de uniforme y la gente indignada. El taxista no sabe qué camino tomar, con lo que le dejamos (nada peor que dar indicaciones a un profesional cuando te invita a escoger una ruta).
Hoy he hablado con periodistas amigos de la capital del Reino y a todos les da la impresión de que a Rajoy no solo no le va a temblar el pulso sino que va a aprovechar el escándalo para poner orden (digámoslo de forma amable) y marcar distancia de presuntos corruptos, sinvergüenzas y oportunistas. Porque hay que saber leer entre las líneas del escándalo, que tiene noqueado al PP.
De momento, a los populares no les tiembla el pulso blindando la calle Génova, algo que viene de perlas a las grandes cadenas globales de TV: "España: Corruption scandal". Y tampoco amenazando con acciones judiciales contra todo bicho viviente que les ponga en entredicho. Se nota que andan poco por la calle, porque en Madrid no se habla de otra cosa, de verdad. Y en España.
Pero regresando a lo de Rajoy he hablado lo justo con él, alguna vez en algún aeropuerto y otra, más extensa, en Grazalema, cuando no era presidente. No me parece una mala persona y estoy casi convencido de que responderá a la pregunta del millón que le hace Rubalcaba. No le queda otra.
Ahora bien, su PP ha recibido un tiro en el corazón, en su orgullo y reputación. Y eso debe doler mucho. Como a la ministra de Sanidad, Ana Mato, hoy en todos los titulares y el foco de la polémica. Por cierto, que la veterana alcaldesa gaditana Teófila Martínez ha dejado claro que ella no recibe nada ni lo ha recibido nunca. Por si a IU le quedaban dudas.
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