Si es verdad que una compañera de un partido le ha dicho a otra que al ver su silencio ya sabe qué es eso de callar como una puta, eso es suficiente para ponerla de patitas en la calle en su organización. Al parecer un pantallazo corre de móvil en móvil dejando perplejo a quien lo lee y deja muy en evidencia el talante y la mala educación de quien así se expresa.
La cosa no pasaría más allá de un calentón dialéctico, pero según las lenguas de doble filo el asunto es que por medio hay responsabilidades políticas y eso exige aplicar los estatutos ipso facto. Las redes sociales están dando muchos disgustos a los políticos. La libertad exige respeto y buenas formas, sin recurrir a expresiones despreciables. Iremos viendo.
Hace unos días el ex ministro Jordi Sevilla cerró su perfil de Twitter, igual que otros personajes públicos de mayor o menor relevancia. Un líder político nacional me confesó el otro día que nunca hace caso a los trolls, que los bloquea y reporta por spam, y santas pascuas. Pues eso. Pero insultar es otro escalón. O no, igual no pasa nada. Buenas tardes y buena suerte.