La encuesta que sobre José Blas Fernández ha permanecido colgada en esta web arroja un resultado demoledor. El 46 por ciento opina que "trabaja demasiado y eso jode", un 29 % cree que "sabe más de la(s) de las cuenta(s)", el 9 por ciento cree que podría llegar a ser "alcalde de Cádiz" -imagino que tras alguna crisis que puede sobrevenir- y solo un 4% cree que "se irá por la puerta grande", algo que podemos intepretar de múltiples maneras, por ejemplo que no es un cobarde. El caso es que la encuesta, menos importante y precisa que la del CIS, no refleja más que la verdad. La gente que trabaja, que cumple con su obligación, deja en evidencia las carencias de los que no saben hacer la o con un canuto. Verán ustedes, José Blas Fernández tiene el futuro resuelto gracias a que nunca ha descuidado su actividad profesional -cosa de familia- pero la simpatía que, mira tú por donde, ha generado entre los periodistas (a los que siempre ha atendido con respeto y diligencia), ha provocado una grave preocupación en el entorno de la alcaldesa, y del PP. No necesita PP Blas un guerrero del antifaz que le defienda, porque él sabe hacerlo solito, pero las muestras de cariño y solidaridad que viene recibiendo sin parar, una a una, le han dejado perplejo. Por razones que conoce el guionista supremo de la vida municipal gaditana, se le ha encasillado desde hace años en el papel del malo de la película. Ya, es de derechas de toda la vida, y sí, mantiene sus negocios, pero ustedes creen que -tal como pasó al buenazo de Carlos Díaz al contrario,- si alguien le hubiera encontrado un ligero desliz no lo habríamos visto amplificado hasta el infinito y más allá. Y el sentido del humor de senador es conocido por muchos. Imagino que el veterano político del PP hará lo que todos vamos a hacer, esperar al 9 de marzo, a ver qué diablos pasa. Pero lo que muchos periodistas hemos percibido es que, si pasara algo, José Blas podría concluir su carrera política de la forma que todo político sueña: siendo alcalde de su ciudad. ¿Una idea descabellada? Dejo a los compañeros de la kanalla y sus mentores redaccionales que piensen un poquito. Todo puede ser, y sin ruido.