Será porque aprecio mucho el trabajo que realizan cientos de personas en España en la lucha contra una grave enfermedad por lo que me duele tanto lo que le leído hoy en la sección de opinión de Diario de Cádiz. Pero a buen entendedor pocas palabras bastan: es despreciable. No soy Robin Hood, ni el Capitán América y no necesita el aludido quien le defienda, no. Pero la referencia indirecta que hoy hace de mi amigo bloguero socialista nada más y nada menos que el presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones de la Prensa (FAAP) y de la de Cádiz hace necesario, y urgente, que Fernando Santiago pida perdón.
Que lo haga al colectivo de personas que han superado esa enfermedad y viven para contarlo, porque no podía encontrar peor recurso para criticar a su ex amigo. Tener una invalidez derivada de una enfermedad grave, superada gracias a Dios pero que pende como una espada de Damocles, es un derecho constitucional que, desgraciadamente, otorga mucho tiempo libre.
Deseo, de todo corazón, que Fernando Santiago tenga una salud de hierro todo lo que le reste de vida (que sea mucha), que es lo mismo que deseo para mí y y todos los que me rodean y quiero. Pero, estimado (en serio) Fernando, te has pasado tres pueblos, tu comentario no me hace ni puta gracia como lector, periodista, bloguero y ser humano. Tu verás, porque Dios está arriba y suele tener un extraño sentido del humor con estas cosas. Pide perdón, cuanto antes, públicamente, el arrepentimiento dignifica al ser humano. No era necesario recurrir a eso, no.