30 oct 2009

Mucha memoria histórica pero nadie reclama a los viejos alcaldes


Manuel de la Pinta, el último alcalde republicano, Cayetano del Toro, Enrique Díaz Rocafull, Eduardo Genovés, Adolfo de Castro...no ha contado la entusiasta reivindicación de los hooligans de la memoria histórica. Todos esos nombres están en la pirámide que se inaugurará el día 2 en el cementerio mancomunado de Chiclana. Hay muchas historias que rodean el cementerio de San José, algunas han formado parte de programas nacionales. Esta es una que se puede encontrar en la red:
"Al entrar al cementerio Alfonso me comentó su primera experiencia justo delante de una puerta de madera, me dijo mira esa es la puerta que accede a la casa del guarda, aquí me pasó algo que yo no podía ni llegar a imaginar. Llevaba dos meses trabajando y estaba en el turno de tarde, aquí el cementerio cierra sus puertas al publico a las 3 de la tarde, hora en que empezaba ese turno. Serían las 3 y 30 de la tarde cuando después de guardar las escaleras de limpiar los nichos, me senté en la casa del guarda y me puse a ver la tele, pues a la media hora más o menos noté dos palmetazos que me daban en la espalda y me tiraron al suelo haciéndome caer de espaldas, entonces pensé que alguien había entrado y me había agredido, pero al mirar por toda la habitación vi que estaba completamente solo, entonces empecé a ponerme nervioso y comencé a escuchar ruidos al mismo tiempo que veía como se movían solas algunas cosas que estaban encima de la mesa.
Según me comentaba el vigilante, pasó unos minutos bastantes tensos. Después nos acercamos al pasillo central donde me comentó otra de sus experiencias. Mira Miguel Ángel al final de este pasillo me ocurrió otra cosa, era también el turno de tarde y hacía unos minutos que el cementerio había cerrado, entonces vi un muchacho al final del pasillo de unos 18 años vestido con baqueros y camiseta de marinerito que me hacía gestos con la mano de que fuera, entonces pensé que igual se había quedado encerrado o que alguien se había desmayado y me acerqué, pero al girar un poco la vista y volver a mirar ya no estaba, así que pensé que se habría metido por algún pasillo y recorrí toda esa zona entera, pero no había ni rastro del chico, hasta que llegué a unos osorios chiquititos y vi en uno de ellos una fotografía del muchacho con la misma ropa que lo había visto instantes antes y me quedé como si me hubieran echado un taco de hielo por la cabeza, no daba crédito a lo situación que acababa de presenciar". (Más info)