¿Por qué no? Ya tuvimos a Miguel Arias, del PP, como ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación. La realidad es que existen muchas probabilidades de que el "artista de la concertación", es decir, el consejero de Empleo, el jerezano Antonio Fernández, sea el próximo ministro de Trabajo. Fernández. Que como acumula algunos/as detractores y selectos/as hijos/as de puta que le ponen a parir de purita la envidia que tienen. Pero el tipo le ha funcionado a Manuel Chaves, llevando el departamento más polémico de su gabinete. Y le cae bien a otros ministros, que no han dudado en proclamarlo así en foros como La Moncloa. Y de eso doy fe.
Hoy, en el congreso, me he encontrado con Mamen Sánchez, que me tiene algo defraudado, primero porque la torpeza de la entrevista concedida a Diario de Jerez no pudo ser mayor, ni de peores efectos. La segunda es que confunda el tocino con la velocidad en sus relaciones con los periodistas. Hay que saber encajar las críticas porque eso va en el sueldo, querida Mamen, que ahora parece no tener huecos para participar en tertulia. Ella misma. Porque mi aprecio por ella no ha disminuido ni un ápice.
Me he cruzado con gentes de viejos tiempos -lamento que algunos jóvenes cachorros y aspirantes a algo no tengan memoria histórica- y he hablado con ellos, como Emilio Aragón, que no sabe ná de ná de lo suyo (si será o no candidato a la alcaldía o un buen número dos), Gregorio López Martínez (que era gobernador en aquel congreso de Granada que evocaba Cabaña), José Antonio Cano, Marisa de la Cuevas, Gabriel Alconchel, Paco Benito (el silencioso), Paco Aguilar (que lo va consiguiendo), y periodistas como Julio González, Juan Manzorro (Canal Sur, al que escucho como él a mí, buen tipo), Paco Menacho (puteadillo con eso de las comilonas en la Vía Verde), Paco Cabaña (que hablará tras el congreso del relevo), Casto Sánchez (sic), Paco Lebrero (la esperanza del reequilibrio), Prudencio López (no se puede hacer mejor con menos), y una larga lista de viejos conocidos, de batallas perdidas y ganadas en un partido que, lo siento por algunos, conozco bien por tantas y tantas experiencias vividas. ¿Y qué opino? Pues os lo digo sinceramente: ven las orejas al lobo y van a pelear duro, muy duro. Al tiempo. Van a necesitar algo más que paraguas (a mogollón apilados en la puerta) para aguantar lo que les queda en los próximos meses. Ahí estaremos para contarlo, de una forma u otra. Sin miedos ni censuras.