Ismael Serrano -
"Ni nos domaron, ni nos doblaron ni nos van a domesticar". Es la frase emblema que siempre marcó la vida de Marcelino Camacho, que refleja su lucha por las libertades. Hoy, lamentablemente, he vivido uno de esos momentos en los que esa frase estandarte cobra más valor si cabe. Un episodio salvado gracias a la verdad, que siempre -o casi siempre, para ser exactos- termina triunfando. Los mentirosos quedan como tales y de los falsos cristianos ni hablo.
Es un lema que Camacho recordó en su última intervención pública, en el multitudinario homenaje que se le rindió en noviembre de 2007 en el que recibió el reconocimiento unánime del Gobierno, la mayoría de los partidos y sindicatos y la patronal.
La fidelidad a los principios, la lealtad a la causa de los débiles, la lucha por mejorar la condición de la vida de todos los que trabajamos por cuenta ajena -y de los otros también, la verdad- siempre molestan a los mediocres poderosos, que tienen pies de barro, algo que sabemos pero que nunca usamos porque, de largo, tenemos más estilo, honor y valores que todos ellos. Que les vayan dando lo que necesiten...