25 abr 2012

Entre buenos y malos



No me alegro de los males de nadie y más si le conozco de cerca. Tengo una cierta tendencia a creer en la bondad de las personas y me equivoco poco, pero cuando lo hago es colosal. Eso me pasa con Antonio Fernández, cuya carrera política he ido siguiendo a trompicones, pero se me pasaron 'detalles' por alto. Le perdí la pista en aquellos años de Madrid, de 2000 a 2004. Menudas diligencias las de Alaya. Hay que hacer un master, y no paro de acumular dato tras dato, sonrojantes.Y ojo, que "responder a todas las preguntas no siempre supone una colaboración con la justicia", argumentó la Fiscalía Anticorrupción para justificar la petición de prisión incondicional y 890 millones de fianza por responsabilidad civil para el exconsejero Fernández. La jueza apunta más alto ahora...
Fernández es de Jerez de la Frontera, como yo. Y la cercanía de hablar tantas veces con él, en trincheras opuestas, político y periodista, me hace confesar que me siento mal, más si leen ustedes lo que cuenta hoy mi compañero Chema Rodríguez en El Mundo. La cárcel es dura para quien nunca la ha pisado, como la pobreza para quien nunca ha tenido que pedir comida o limosna. Y las primeras horas tras las rejas están siendo muy angustiosas para el ex consejero, protagonista en todos los telediarios, portadas y tertulias (llenas de bobos ilustres, por cierto).
No tendría problemas en hacerle un perfil y en el fondo me alegro de no tener que hacerlo, pero me temo que a muchos no les iba a gustar un pelo. Aunque estoy seguro de que él lo encajaría con deportividad, haciendo ese guiño burlón con el ojo. Antonio no tiene carné de conducir (dudo que se lo haya sacado recientemente) por lo que siempre le han llevado de un lado a otro. La culpa la tiene él, pero más aún el conductor, cuya identidad pueden suponer fácilmente. Amén de otros usuarios y del dueño del coche.
En el fondo, créanme, nadie en su sano juicio se puede tragar que Antonio haya sido, solito, el autor intelectual y único responsable del vergonzante desastre en la gestión de esos fondos, la partida 31L. Llevo algunos días leyendo autos y autos, piezas, documentos del caso ERE y de la tristeza he pasado a una mezcla de indignación y preocupación. Cuesta tanto salir adelante que te cabreas cuando constatas la facilidad con la que se ha movido el dinero de todos. La jueza sigue tirando del ovillo. Le queda cuerda.