20 oct 2005

Meditación sobre la piedad

OPINIÓN / Por Pedro de Tena:

Veía ayer por la noche la televisión cuando mi viejo profesor de historia en la Universidad de Sevilla, Alfonso Lazo, un hombre de bien, disertaba sobre las diferencias, que él cree aún vigentes aunque casi indistinguibles, entre la derecha y la izquierda. En un momento dijo, no sé si con estas mismas palabras pero, en todo caso, semejantes en sentido: “La diferencia entre la izquierda y la derecha es que la izquierda tiene piedad hacia los indefensos y la derecha no”.

Lamenté haber escuchado tal cosa porque un argumento así implica toda una teoría del bien y del mal – la piedad, o es una virtud cristiana o es sencillamente compasión o lástima -, y no queda justificada por al afirmación.

Filosóficamente, la fuente de inspiración de la izquierda a la que pertenece, por ejemplo Alfonso Lazo, es el marxismo.

Pero el marxismo jamás ha tenido entre sus presupuestos éticos la piedad. El marxismo se ha considerado a sí mismo como una doctrina científica de la historia – el materialismo histórico -, en la que los movimientos sociales tienen que ver con la “lógica dialéctica” interna de la estructura económica y social, no con éticas, ni la cristiana ni ninguna otra.

Es decir, el socialista cabal no es el que actúa por piedad hacia los trabajadores sino el que, comprendiendo la marcha de la historia, se pone de parte de las fuerzas que conducen al futuro, es decir, a la resolución de las contradicciones presentes en determinado momento histórico.
Dicho de modo tal vez más claro, en la Edad Media, un marxista o un socialista cabal no hubiera apoyado “piadosamente” a los siervos, los más indefensos, sino a la burguesía urbana, la fuerza emergente en el movimiento histórico. No era, pues, una cuestión de piedad.

Históricamente, el socialismo, en sus muchas variantes, no ha sido un ejemplo de piedad. Bastaría con referirse a la actitud sostenida por las ramas marxistas que condujeron a la Rusia Soviética y la Europa del Este para demostrar tal aseveración.
Tampoco el socialismo español, marxista hasta 1979 aunque impregnado de otras influencias alemanas, es un ejemplo de piedad. Por el contrario, hay entre las supuestas derechas religiosas muchos ejemplos personales e institucionales de sentimientos y comportamientos de piedad ante el sufrimiento humano.

Por tanto, ¿qué significa eso de que la izquierda siente piedad ante el indefenso y la derecha no? La piedad, ese sentimiento profundo de insatisfacción ante el sufrimiento ajeno, incluso animal, es un sentimiento humano cuya genealogía se sitúa en tiempos anteriores a toda izquierda. Estoy seguro de que Alfonso Lazo tiene ese sentimiento, pero no por ser de izquierdas.

Lo tiene porque es un hombre civilizado del occidente europeo y un demócrata. Pero atribuir a la izquierda, la esencialidad del sentimiento de piedad es algo, teórica e históricamente, insostenible. Tampoco, en mi opinión, sería sostenible a atribuirlo a la derecha.
Ni siquiera el cristianismo estaría en el origen propio del sentimiento o la virtud de la piedad. En mi opinión, son la propia experiencia de la convivencia social y la presencia del siempre misterioso “carácter” personal, los que exigen la presencia de la piedad, pero eso nos llevaría mucho más tiempo.