He venido escuchando pacientemente todo lo relacionado con la infanta Leonor, cuyo nacimiento ha venido casi a coincidir con uno de los debates más importantes de la historia de España, el del estatuto de Cataluña. Un matrimonio está en su perfecto derecho de guardar su intimidad sea o no Real, pero resulta que el sexo de primer vástago del Príncipe Felipe y la Princesa Letizia es un asunto de Estado. Tanto es así que obligará a cambiar la Constitución (podrían haberlo previsto los padres de la Patria en su momento ¿no?) y provocado un profundo debate político. Nadie ha querido forzar a la Casa Real a divulgar el sexo del primer niño, finalmente niña, y todo ha fluido con corrección y respeto a la figura institucional del Rey.
El azar, quizás, ha querido que todo coincida con el debate del estatuto, proporcionando a los españoles otro tema, otro asunto de conversación y una suerte de bálsamo de Fierabrás con el que calmar la tempestad desatada en estos meses. Una tormenta que amenaza con enfrentar a hermanos contra hermanos. En todo esto que ocurre estos días en España tiene una enorme responsabilidad el PSOE y nuestro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. España necesita un golpe de timón enérgico o elecciones anticipadas. Basta ya.