Y Joaquín, aunque la Pelayo le cae bien como persona, no pactará con ella y menos con el enorme ni de coña. Hummmmm, veamos. A ver si va a resultá que Joaquín del Valle es el árbitro y no es Pacheco. Uy, uy, pues va a ser eso. Lo que pasa es que Del Valle, que se mueve como un sabueso entre los papeles de la gemeú, tiene que creérselo. Joaquín no tiene jefe de prensa, ni gabinete, solo un blog que debería cuidar más, tiene amigos que le aprecian y compañeros de coalición vendidos al oro de Los Arcos. Ahi le ven, junto al compañero Barroso, sorprendido de lo que vio en Bruselas y de un perchero lleno de jamones en la casa del enorme, a la que fue invitado un día. Pepe, cuidado con las amistades peligrosas, que puedes perder otras valiosas. Tu sabes mucho, comandante. No será que igual tú, comunista de toda la vida, te pasas al PSA de Pacheco. ¿Y por qué no? Pero regresando al temita, Joaquín del Valle sube la cuesta del 27 M. Ojito.