"Podemos ser enjuiciados y condenados como cualquier ciudadano si se demuestra que hemos injuriado a alguien. No podemos crear un manto de silencio sobre nuestro trabajo al usar como escudo protector una supuesta amenaza a la libertad de expresión que, sobra decir, no corre el más mínimo riesgo en España ni en Andalucía. Puede sufrir tropezones en algunos momentos o lugares, pero goza de una salud excelente".
Acabo de leer el artículo del periodista Fernando Santiago, publicado en el diario EL PAÍS. Dice que la libertad de expresión no corre el más mínimo riesgo en España y menos en Andalucía. Yo no sé si en la Diputación de Cádiz, donde tiene plaza fija como jefe del servicio de vídeo (la jefa de prensa es la excelente periodista Ana Barceló), le habrán hecho el chequeo médico anual, porque le fallan la vista, el oído y el olfato. Se nota que ha perdido el tacto, el gusto por la información comprometida, la que fiscaliza al poder sea cual sea. Y el significado de la libertad de información. Fernando Santiago tiene suerte, no está en la puta calle, donde estamos la mayoría buscándonos la vida todos los días. La buena sombra le cobija. Va acumulando méritos, día tras día. El mismo, pero más temprano que tarde alguien tendrá que decirle que se vaya ya, que abandone la presidencia de la Federación Andaluza de Asociaciones de la Prensa, que hay un gran número de personas que ya no compartimos nada con él. Dice en su artículo: "Para el periódico, todo tiene su origen en una trama urdida desde la Junta, según los delirios conspirativos al uso". Solo le pido a Dios que un día no nos enteremos de la verdad que aún no se ha descubierto sobre el asesinato masivo de personas y almas en Atocha. ¿Conspiración? Mira Fernando, para conspiración, la del silencio de los corderos en Andalucía. Que te siente bien el molletito de esta mañana. Salud y libertad y cuídate mucho, que el cambio climático es mú joio...