Un hombre, y una mujer, deben saber que cuando se toman determinadas decisiones, hay que sopesarlas luego y mojarse. La decisión de Antonio Pina, ex presidente del comité de empresa de Delphi, fue siempre pelear contra el cierre de la multinacional, incluso en ocasiones en claro desacuerdo con la dirección nacional de su sindicato, lo que le ocasionó no pocos problemas. Y desde entonces, el enorme respaldo social obtenido, y mediático, se ha constituido en una gran responsabilidad. Todo lo que hace o dice suena y resuena. Y él, y sus decisiones, tienen aún un claro impacto mediático, social y político. Ha sentido el cariño y apoyo de sus compañeros en multitud de actos, y también las enormes críticas de un sector sindical e incluso de la oposición. Pina sabe, por sentido común, que la Junta, el Gobierno central y los empresarios valientes serán los únicos que solventen este problema. Pero nadie dijo que fuera fácil, y por eso los balances del primer año son exiguos. Chaves y ZP tienen un reto de grandes proporciones: devolver a la Bahía de Cádiz su esplendor perdido. Y será algo más complicado por la situación de crisis global que sufrimos. Pero no imposible. Los puestos de trabajo no caen del cielo. Pina ha recibido el compromiso personal y político de que se hará todo lo posible por arreglar este problema de deslocalización creado única y exclusivamente por una multinacional y la ausencia de previsión en administraciones donde el runrun era conocido. Y los rumores son la antesala de la noticia, máxime conociéndose con antelación la existencia de una seria crisis de Delphi en los Estados Unidos. Ahora, lo importante es mirar al futuro y evitar que la administración española olvide sus deberes, compromisos, y promesas (hechas o no en campaña electoral). Hay que buscar la mejor forma de hacerlo, desde dentro y desde fuera. Lo importante es que no se les olvide. Y formar al mayor número de personas para asumir otros retos profesionales. Y que la prensa cumpla su papel fiscalizador. Ahora trabaja en la oficina de tratamiento singular, cuya gestión corresponde a representantes de todas las secciones sindicales que tuvieron implantación en la empresa "y desde la que continúo sirviendo a los intereses de los trabajadores de Delphi", afirma Pina.
El PSOE y el PP deberían haber abordado un proceso integral de reindustrialización de esta parte de la provincia, absolutamente vapuleada por sucesivas crisis de toda índole. Un año después del cierre de la factoría de Delphi en Puerto Real, la Junta de Andalucía cifra en torno a un 21% el porcentaje de ex trabajadores acogidos al Plan de Recolocación que ya han encontrado un nuevo empleo, se han prejubilado o disponen o tramitan una pensión de incapacidad permanente absoluta. Conozco a algunos de ellos, incluso a quienes trabajan ahora en Polonia, lejos de sus familias o quienes, gracias a su cualificación, no tuvieron mayores problemas en recolocarse en la propia Bahía de Cádiz. Pero el grueso está a la espera de tiempos mejores, que habrán de llegar sea como sea. Hasta Bruselas ha entendido, tarde, que el cierre de la multinacional estadounidense, anunciado en febrero de 2007, sirvió a Delphi para trasladar su producción a Tánger (Marruecos), donde cuenta con mano de obra más barata, ventajas fiscales y proximidad con las materias primas. Algo que denuncié en su momento y que otros tardaron en reconocer. De ahí que, a finales del pasado mes de julio, la Comisión Europea aprobara una partida de 10,5 millones de euros, dentro de su Fondo de Adaptación a la Globalización. O lo que es lo mismo, la CE reconoció el proceso de deslocalización, concepto que la administración española tardó en asimilar y admitir públicamente. En las hemerotecas está todo, para amnésicos.
El PSOE y el PP deberían haber abordado un proceso integral de reindustrialización de esta parte de la provincia, absolutamente vapuleada por sucesivas crisis de toda índole. Un año después del cierre de la factoría de Delphi en Puerto Real, la Junta de Andalucía cifra en torno a un 21% el porcentaje de ex trabajadores acogidos al Plan de Recolocación que ya han encontrado un nuevo empleo, se han prejubilado o disponen o tramitan una pensión de incapacidad permanente absoluta. Conozco a algunos de ellos, incluso a quienes trabajan ahora en Polonia, lejos de sus familias o quienes, gracias a su cualificación, no tuvieron mayores problemas en recolocarse en la propia Bahía de Cádiz. Pero el grueso está a la espera de tiempos mejores, que habrán de llegar sea como sea. Hasta Bruselas ha entendido, tarde, que el cierre de la multinacional estadounidense, anunciado en febrero de 2007, sirvió a Delphi para trasladar su producción a Tánger (Marruecos), donde cuenta con mano de obra más barata, ventajas fiscales y proximidad con las materias primas. Algo que denuncié en su momento y que otros tardaron en reconocer. De ahí que, a finales del pasado mes de julio, la Comisión Europea aprobara una partida de 10,5 millones de euros, dentro de su Fondo de Adaptación a la Globalización. O lo que es lo mismo, la CE reconoció el proceso de deslocalización, concepto que la administración española tardó en asimilar y admitir públicamente. En las hemerotecas está todo, para amnésicos.
Pina, no como otros, ha actuado con dureza cuando se le ha requerido. Y ha plantado cara a la Junta de Andalucía y al Gobierno, pero no ha desdeñado ni una sola oportunidad de asegurar en las mesas de negociación el futuro inmediato de sus compañeros mientras se hace realidad la larga lista de empresas que, como todo el mundo lo desea, se instalarán pronto en la Bahía de Cádiz. Y en otras lidias -la negociación sindical es así- ha peleado hasta donde le ha sido posible. Pina es un hombre que fue elegido por sus compañeros y su sindicato para representar los intereses de la plantilla y las familias de Delphi. Pero ya no es el presidente del comité de empresa, porque no hay comité ni empresa, ahora es un individuo libre y soberano. Y sabe que le queda buena parte del trabajo asumido voluntariamente en defensa de las recolocaciones de sus compañeros. No abandonará. Y es que aún queda camino hasta solventar el problema creado por la decisión de Delphi, que es la absoluta responsable de todo lo que ha pasado.
Pina, en su web, afirma: "...si ser privilegiados es haber conseguido el compromiso personal e institucional del Presidente del Gobierno y del Presidente de la Junta de Andalucía, para la recolocación de los afectados por el cierre de la multinacional americana, entonces si somos privilegiados". Su reto era y es ahora que ese compromiso se consolide. Menudo reto. No le arriendo las ganancias en el empeño.
Mientras, el fabricante estadounidense de componentes para automóviles Delphi ha registrado unas pérdidas netas de 551 millones de dólares (357,7 millones de euros al cambio actual) durante el segundo trimestre del año, lo que representa una mejora del 32% en comparación con los 'números rojos' obtenidos en el mismo período de 2007, según la empresa. La firma de Troy, en el Estado de Michigan, señaló que esta mejoría de sus resultados en el segundo trimestre se ha producido por la ausencia de los cargos registrados en el mismo período de 2007 en relación con el cierre de la planta de producción de la firma en Puerto Real. La compañía indicó que al no tener que afrontar los cargos derivados del cierre de la instalación gaditana pudo compensar la difícil situación económica, que ha provocado una reducción en la producción de automóviles en Estados Unidos, y en especial de su principal cliente, General Motors. La economía global es así. Y la respuesta a la crisis está tanto en los despachos como en las actitudes, nunca está en el viento, aunque me hubiera quedado bien ese final manido. A pelear duro, donde sea necesario. Pina sabrá hacerlo. Y otros muchos. Seguirá asumiendo su responsabilidad. Queda mucho camino...