El periodista Pedro de Tena publica hoy, en Libertad Digital, un interesante artículo del que extraigo:
"Los dirigentes del PP se equivocan gravemente y han mostrado un desagradecimiento lamentable. Se equivocan, y no levemente, porque no terminan de aprobar la asignatura de la libertad de expresión, ni fuera ni dentro del partido, que es una de las libertades concretas de la libertad en general que predican y pregonan las democracias. Mientras el PSOE, de orígenes ideológicos totalitarios como todo lo que procede del marxismo, tiene muy claro que "el que se mueve no sale en la foto", el PP de 1996 hizo albergar esperanzas de que en el centro derecha español las cosas podrían ser distintas. Y lo fueron un tiempo.
Entre los periodistas de verdad, no esos sucedáneos que tanto pululan hoy, y el poder político, hay siempre una tensión que procede del afán de veracidad que inspira a aquellos sin importarles los momentos ni las consecuencias y del afán de administrarlo todo, los tiempos y las consecuencias que tienen los políticos, los hombres de poder. Los periodistas, en las democracias, son los que conducen la información veraz hasta el recóndito y misterioso lugar donde los ciudadanos elaboran el sentido de su voto. Los políticos tienen que procurar, en buena ley, obtener el interés general en condiciones de seguridad y con libertad y, en mala ley, perpetuarse en el machito.
La tensión es real, poderosa y, a veces, alta. Los que hemos vivido en ambas trincheras, lo hemos comprobado. Los hombres de poder necesitan información veraz pero casi nunca la exponen. Con la verdad pueden hacerse muchas cosas: desde negociar con ella hasta procurar sepultarla hasta el fin de los tiempos. Casi nunca funciona, porque, como hemos dicho en otra parte, la verdad sufre un empuje hacia la luz proporcional al grado de libertad que hay en una sociedad. Tenemos muy reciente las nuevas investigaciones sobre el 11-M. Finalmente, se acerca la luz.
Pero los dirigentes del PP se han equivocado gravemente tratando, no de admitir y asumir la tensión, sino intentando eliminar a uno de sus polos, resumiendo, a César y Federico (cabezas de un movimiento periodístico mucho más amplio). No sólo es un pecado democrático sino que es una estupidez que le hace daño a todo el mundo empezando por el propio PP, que parece tener una insólita pasión por ganarse enemigos o, cuando menos, por incrementar el número de sus ex votantes. Fraguar un agujero en el débil centro derecha político no parece la mejor estrategia ni a corto ni a medio plazo".