Yo soy de los que tienen claro que Manuel Pimentel podría ser presidente de la Junta, y del Gobierno con los ojos cerrados, pero creo que él tiene más claro que yo que hay ocasiones en la vida en las que uno ha de detenerse, mirar alrededor, dejar que te adelanten por la derecha y por la izquierda y centrarte en lo que realmente importa. Cada uno ha de decidir esa cuestión. Anoche asistí a su conferencia en el Salón de Embajadores del Palacio de los Duques de Medina Sidonia, en una noche deliciosa (es el término exacto) de esas que de regala el verano en Sanlúcar de Barrameda. Y observé, que es lo que un periodista debe hacer, observar, preguntar, tomar notas, exponer su punto de vista que, como es obvio, no es la verdad sino algo que se intenta parecer. Pimentel es un hombre con valores, y con valor, y suficientemente preparado para asumir lo que España necesita: gente que le ilusione, porque estamos sobrados ya de tancredismo y boberías solemnes. Pimentel disfruta ahora mucho como editor descubriéndonos nuevos autores, enfoques literarios, arriesgándose en el proceloso mar de la literatura, dominada por el mundo anglosajón y donde, por ejemplo, él va haciendo que tengan cabida autores árabes, un mundo que nos es negado pero que acabará por imponerse. Créanme, si interesante fue su conferencia, aún más la charla, en un bar del Barrio Alto de Sanlúcar, con Lilian y tantos amigos, gentes que aprecian lo que vale en la vida. A mí me da igual, en serio, que en el PP haya quien no se fíe aún de Pimentel porque se marchó de un Gobierno como lo hizo (con dignidad) y que en el PSOE algún iluso crea que hasta podrían tirar de él algún día. Pimentel es un valor andaluz y conforme voy conociendo más detalles de su forma de ir por la vida más me ilusiona pensar que algún día cambie de criterio, aunque tenga que montar un tercer partido, esta vez mejor, Manolo.