Sebastián Aragón, enólogo y empresario de Chiclana, lo tiene muy claro: "Si en esta provincia sabemos hacer buenos vinos, es lógico que no se nos de mal el tinto". Este pasado sábado, doce bodegas gaditanas, algunas afamadas -González Byass, Barbadillo o Páez Morilla- y otras muy tradicionales (Regantío o Ferris) o de reciente creación, como Entrechuelos, de Miguel Domecq (fue director, consejero y miembro del comité ejecutivo de la desaparecida bodega), irrumpieron juntas en una muestra de vinos tintos en El Puerto de Santa María. "Una prueba de que no es una moda, sino otra parte del negocio de los vinos de la Tierra de Cádiz", dice Aragón.
La oferta de los nuevos tintos es de lo más variada: bodegas Manuel Aragón, de Chiclana (que produce también un tinto ecológico), Rey Habis, de Jerez, Viñedo de Taravilla (Prado del Rey), Páez Morilla (Arcos de la Frontera), Huerta del Albalá (Arcos de la Frontera y Ubrique), Cortijo de Jara (Jerez de la Frontera), Ibaruen (Prado del Rey), Entrechuelos (Torrecera), Regantío (Arcos-Zahara de la Sierra), Luis Pérez (Jerez), Barbadillo (Sanlúcar de Barrameda), Viña Moncloa, de González Byass (Arcos).
(Reportaje completo hoy en la edición impresa de EL ECONOMISTA)
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