De cien días de gracia, nada de nada. El nuevo Gobierno de Pepe Griñán tiene que trabajar duro desde el minuto uno de este partido. Griñán ya tiene todo el poder que anhelaba, ha remodelado el Ejecutivo y hasta, llegado el momento, dispondría de sucesión en su propio banquillo.
De su Gobierno hasta ayer, Griñán nos dijo que cuando empezó a funcionar el paro crecía por encima del 50 por ciento anual y que en este momento se sitúa en un crecimiento del 15 por ciento. Y que la remodelación, sobre todo en el área económica, se ha hecho porque la recuperación de la economía puede ser “inminente”. A su juicio.
La duda ahora es qué pasará con algunos ilustres consejeros, como Antonio Fernández. Hay quien sitúa a mi paisano como ministro de Trabajo, en el Consejo Económico y Social o incluso como candidato a la alcaldía de Jerez. Juan Espadas, el ex de Vivienda, tiene marcada en la frente la candidatura a la alcaldía de Sevilla. De Cinta del Castillo (Medio Ambiente) pocos hablan bien de su gestión y la sorpresa es el orgulloso Martín Soler. Griñán le ofreció la Consejería de Medio Ambiente, y luego la de Empleo, pero el almeriense rechazó ambas ofertas. Consideró que la muestra de “confianza” en él no era suficiente. Tampoco será candidato a la alcaldía de Almería (en 2003 fracasó). Todos lo descartan ahora.
Lo que ha causado cierta perplejidad es que Griñán haya reunido las competencias en Gobernación y Justicia para Luis Pizarro, mano derecha de Chaves, que ha dado un paso al lado sin montar bronca interna alguna -que se sepa- consciente de que la renovación es inevitable en el partido, le pese a quien le pese. La que está feliz es Bibiana Aído, porque pilota, entre bambalinas, la rebelión de los cachorros treintañeros y cuarentones.
José Contreras.
* Columna publicada hoy en EL ECONOMISTA (sección Economía)