4 may 2010

Ya que se reúnen, que pacten por España


Si se detuvieran un poco a pensar se darían cuenta que todos esperamos que mañana, en una misma mesa, sin asesores ni comités, mano a mano fijen un decálogo para salvar a España, diez medidas de altura que ambos se comprometerían a cumplir gobierne el partido que gobierne. Nos lo merecemos.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y el presidente del PP, Mariano Rajoy Brey, tienen que ir a un Pacto de Estado. Así salen adelante los grandes países, por la generosidad de sus líderes.

Es urgente que alguien defienda de verdad los intereses generales, porque el actual modelo sindical y político agoniza por momentos. Hasta Andalucía me llegan ecos de que no, de que Zapatero confía realmente en que la recuperación llegará antes de lo que presume el resto del mundo. De que está convencido de ello.

Pero también del “cambiazo”, de algunas voces que empiezan a identificar a Zapatero como un obstáculo para España y, lo que es más grave para el ‘príncipe’ de León, para los intereses del PSOE. Observen a Manolo Chaves, muy sueltecito y agresivo, comoen sus mejores tiempos (y eso que nunca fue la alegría de la huerta), y a Pepe Blanco ganando créditos en la partida.

No les pierdan de vista porque se dice que aspiran ambos a la vicepresidencia primera del Gobierno, pero con carácter más ejecutivo, con más poder real. Mientras, en Andalucía Pepe Griñán se está encontrando más dificultades de las esperadas en la reorganización del PSOE-A, porque está más centrado en la gestión de su gobierno, y de la crisis, que en la fontanería interna, donde viejos lobos como Luis Pizarro (ex vicesecretariogeneral, hoy consejero deGobernación y Justicia), le gananpor goleada.

Griñán ha de procurarse una red alternativa que le informe de verdad sobre Andalucía. Le hace falta aire de la calle. No debeser fácil entrar a saco en las estructuras paralelas, pesebres donde comen a diario los que siempre han vivido del carné rojo. Es el club de los que se agencian tres mil euros mensuales de la cosa pública. De los que no conocen la crisis.

(*Columna publicada hoy en El Economista. Pág 30)