10 jun 2010

“El punk es hacer lo que otros no se atreven a hacer” y que viva Granada


















TNT: ‘1984’ es un libro que hoy debería estudiarse en las escuelas
Por Juan Jesús García
Corrían los últimos años setenta cuando una legión de estudiantes de instituto no se sentían representados por la música oficial del Transición y encontraron la temperatura acorde a sus urgencias en el punk y la nueva ola. El primer grupo en armarse y debutar se llamó TNT, su primera maqueta fue un éxito en la recién nacida Radio-3 y su debut a 45, ‘1984’ (el ‘con 20 nada más’) y ‘Cucarachas’, sonó en el país entero (¡COPE incluida!). Musicaron con Magic a Luis García Montero y su único disco, el politizado ‘Manifiesto Guernika’, anticipó lo que luego se llamaría ‘rock radical’. Llegaron rápido y fueron también veloces en irse, así apenas transcurridos tres temporadas la marca ya estaba desintegrándose. 25 años después han decidido volver a grabarlo y tocarlo, y en ello están. El jueves 17 lo reestrenan en el Planta (21h) y con la entrada regalan aquel mítico sencillo en versión ‘dospuntocero’, al que seguirá en breve ‘Manifiesto XXI’, el disco entero. Jesús Arias, autor y guitarrista de TNT explica los pormenores de la operación.

- Con cincuenta nada más….¿es la peor edad?
- Bueno, en la banda alguno ha llegado a esa edad. Otros somos más pequeños. La media, si mezclamos las edades de todos, sigue en los 45. George Orwell decía que a los 50 años uno tiene el rostro que se merece. Nosotros pensamos que a los 50 uno tiene asadas y bien cocinadas, en su punto, las ideas que tenía a los 25. A los 50, Beethoven, salvando todas las diferencias del mundo, tenía la 'Novena Sinfonía'... Lo cierto es que hay un fenómeno, nacido únicamente en el siglo XX según el cual lo joven es bueno y lo maduro es malo. Yo admito que tanto el rock como el punk tuvieron mucha culpa con el lema sobre la muerte James Dean: 'Desconocido a los 22, famoso a los 23, muerto a los 24' o el de 'Quiero morir joven y tener un cadáver bien parecido'. Preferimos estar viviendo a los 50 y seguir sintiendo la misma curiosidad por las cosas, o la misma rebeldía por las cosas. Yo diría que, mientras uno vive, es joven. La vejez llega en cuanto te has muerto.

- ¿1984 era el ‘número control’ como cantaban, o no veas lo que ha venido detrás?
- ‘1984’, de George Orwell es, tal vez, una de las novelas más premonitorias y mejor escritas del siglo XX. Nosotros díríamos que, junto a 'La Naranja Mecánica', es la gran novela del Siglo XX. Predijo lo que empieza a suceder hoy y, es más, aún sigue prediciendo lo que sucederá después, dentro de cincuenta, cien años. Un mundo no muy diferente al de la Edad Media, pero, eso sí, ultratecnológicamente avanzada. No habrá quemas en la plaza del pueblo. Llegará un momento en que el Poder no necesitará matar a los rebeldes porque ellos mismos se auto-inmolarán ante la exposición pública, ante los millones de dedos que les apuntan como culpables de delitos construidos o fabricados. No hay más que mirar alrededor para ver los síntomas de un cáncer que nació en el siglo XX, el nazismo o el fascismo, o como se le quiera llamar, que ahora oculta su nombre en otros, pero que es un cáncer que va a extenderse a toda velocidad en las próximas décadas. ‘1984’ es un libro que hoy debería estudiarse en las escuelas como ‘El Quijote’; Nietzsche decía que hay libros que suenan como martillos. "1984" es uno de ellos.

- Tener un sólo disco y volver a regrabarlo es…
- Es un placer. Es como tener una segunda oportunidad. Curiosamente, muchas de las bandas que surgieron a comienzos de los años ochenta, dentro de la movida independiente, que fue un fenómeno curioso, extraño, pero alegre, están volviendo a reunirse para tocar. Creo que hay una razón: en aquella época éramos todos muy creativos, pero teníamos una falta de medios terribles. Los instrumentos eran malos, los equipos de grabación eran malos, las discográficas eran malas. Cuando eres músico, "sueñas" las canciones. Todo músico "sueña" sus canciones, desde Mozart a los Nine Inch Nails. Los músicos clásicos tenían la excusa de que ellos escribían una partitura y ahí estaba la idea, pero los músicos de rock no tenemos partituras. Por eso decidimos mirar nuestras propias canciones escritas cuando teníamos 18 años con los ojos, la experiencia, la sabiduría de que somos los mismos casi 30 años después. Es como reencontrarte con una novia con la que hiciste el amor a los 18 años. La recuerdas joven, esplendorosa. Treinta años después, ha envejecido a su manera. Y tú la sigues encontrando hermosamente guapa.

- Por cierto que Sabina, Miguel Ríos etc hagan textos de Montero un cuarto de siglo después ¿ratifica su buen olfato buscando amigos o certifica que Luis era grande ya de chico?
- Luis García Montero era tremendamente bueno en esa época. Él tenía 24 años y yo, que me encargué de lidiar con los poemas para ponerle música, tenía 19. Era un criajo, y él también. Todos lo éramos. El personaje fascinante en aquel momento, y que a todos nos alucinaba, era Javier Egea, el mayor o el líder del trío Javier Egea-Álvaro Salvador-Luis García Montero. Y todos con un gran defensor, y pienso que aún todavía no reconocido, como Mariano Maresca, profesor de Filosofía del Derecho y que era quien sabía aglutinarnos a todos, presentarnos a unos y otros. Era quien llegaba y nos decía a nosotros: "Tenéis que conocer a Quisquete" o a Luis le decía "Tienes que conocer a los Magic". Mariano Maresca era, digamos, el gran maestro de ceremonias. Lo ha sido siempre. Fue el artífice de muchas cosas en Granada que casi siempre han sido atribuidas a otros. Cuando leí su libro 'El jardín extranjero', me quedé alucinado. Leí tanto ese libro que, mientras le ponía una letra a una canción lenta en la que pretendía ser muy provocador, se me vinieron a la mente un par de versos suyo: "Tras tantos años y una guerra". Y de pronto pensé que la canción debía girar en torno a ese verso. Al final la canción se llamó 'El jardín extranjero', como su libro de poemas... Respecto a Javier Egea, la canción 'Guernika' era sobre otro poema suyo, llamado "Guernica".
- ¿Y aquel proyecto aparcado de corregir y ampliar el ‘Rimado’, ahora que su letrista es famoso?
- Es una idea que aún tenemos en mente. Y por la misma razón de revisar nuestro LP 'Manifiesto Guernika': por grabar ahora los temas como soñábamos entonces que queríamos grabarlos. Cuando Mariano Maresca, el inventor de todo aquel proyecto, nos propuso ponerle música a unos versos tremendamente complicados de Luis García Montero, que era apenas cuatro o cinco años mayor que nosotros, nosotros vimos el cielo abierto para realizar un montón de locuras. El Ayuntamiento de Granada financiaba toda la idea y nosotros, que siempre queríamos romper moldes con todo, tuvimos la idea de hacer una canción punk con violonchelos, timbales de batería, un orquestación extrañísima en la que queríamos mezclar conceptos como el de ‘Street Hassel’, de Lou Reed, con la ‘Noche transfigurada’, de Schoenberg, pasados por la turmix del punk... Al final no pudo ser porque no había presupuesto. Nuestro tema, ‘Coplas a la muerte de su colega’, se quedó medio cojo y lo tuvimos que grabar sobre la marcha; en el tren, camino de estudio en Madrid, tuvimos que rehacer la canción y orquestarla para batería, bajo y guitarra eléctrica. La canción nunca quedó como habíamos imaginado.

- Ha vuelto el rock sinfónico y el progresivo aunque con otros nombres ¿hay que volver de nuevo a armar el punk?
- Sí. Y radicalmente. El punk no es un sonido. Es una actitud. Punk es romper barreras, fronteras, lo que sea. Nuestro proyecto 'Eclipse' es, para mí, la actitud punk vista desde Granada: mezclar ruidos, anuncios, orquestas sinfónicas, cuartetos de cuerda, percusiones africanas, voces de mujeres recordando canciones de su infancia, anuncios, ruidos, anuncios, más ruidos. Meter todo eso en una coctelera y sacar de ahí 40 temas. Algo tan pretencioso como una ópera de Wagner. Algo que incluso dé ganas de vomitar a los puristas del punk. Eso es punk para mí: Hacer lo que otros no se atreven a hacer. Una orquesta sinfónica puede ser más punk que los Nine Inch Niles: Basta con escuchar la "Consagración de la Primavera", de Stravinsky. Para nosotros, eso es punk... El rock sinfónico proviene de estudiantes de música clásica que quisieron ser rockeros. Yo a esto lo llamaría de otra manera: punkis de lo más salvaje que de pronto quieren aprender a expresarse a través de un cuarteto de cuerda, a modo del Kronos Quartet. Hay mucho de música punk en un cuarteto de Beethoven y hay mucho de Beethoven en una canción de los Sex Pistols.
- ¿No piensan que algunas historias se hayan quedado antiguas?
- Sí. Son cosas de las que solemos hablar en el ensayo. Yo odio tocar temas como ‘La noche del ángel salvaje’ o ‘Sin futuro’. La primera es sobre un caso que sucedió en Almería en 1981, el famoso ‘Caso Almería’, que está completamente olvidado de la memoria popular, aunque no de las familias de las víctimas. Un caso brutal: Tres chicos que acuden desde el País Vasco a Almería para asistir a una primera comunión son confundidos por la Guardia Civil por tres peligrosos etarras, son detenidos, torturados y asesinados. Eso, en su momento, causó una enorme conmoción en el país; en aquellos días el ministro de interior Rosón dijo que aquel asesinato de tres inocentes había sido "un trágico error" , de ahí salió y a día de hoy me aburre tocar. Pero una banda de rock son cinco personas y a José Antonio es un tema que le encanta por el ritmo de la canción, por las melodías, por lo que significa para él, por ejemplo cuando tiene que cantar "Hay gente que vive un día más cada día / y hay gente que muere cada día un poco más" A la hora de establecer el repertorio todos opinamos.

- ¿Cómo son los TNT en el siglo XXI?
- Jóvenes, ambiciosos, primarios. Como Álex, de ‘La Naranja Mecánica’ escuchando la sublime Novena de Ludwig Van y sintiendo ganas de ‘tolchokar’ y ser salvajes con la música... La música es la herramienta primera con la expresar la rabia. Antes que cualquier arma construida por un ser humano, existió la música, el ruido, el sonido. Antiguamente, los ejércitos, antes de enfrentarse unos contra otras, exhibían toda su capacidad musical. Llegaban las huestes de tambores y timbales simulando el ruido de los caballos, ritmos ancestrales. Algo así somos nosotros. La música hecha ruido. O el ruido hecho música.