Templo de Debod. Una de las bellas fotos de Madrid de José M. Azcona
Madrid es, para siempre, mi segunda patria. O la primera, no lo sé, depende de lo que sienta en cada momento. En los cuatro años cortos que pasé hasta 2004, un aprendizaje y una experiencia sin comparación, muchas tardes paseaba hasta el Templo de Debod, con la Torre de Madrid al fondo. Las vistas de sol, los paseos de otoño y primavera, sobre todos los demás, quedan impregnados de tantos recuerdos que vuelven de vez en cuando a mi corazón...
Paseando de nuevo por esas calles, en este agosto ausente de tensiones -agostear en Madrid es delicioso. "Noches en Siroco, terracita Anton Martín y ese bar de Tirso que te gusta tanto a tí..." Y parada en Las Vistillas. Nunca le terminaré de agradecer a mi prima favorita (lo eres, siempre lo serás), Mari Carmen, que me aconsejara quedarme a vivir por Madrid, no irme al extrarradio. Y lo hice, en la calle Gasómetro, algunos años de los mejores de mi vida, para qué lo voy a negar. Tengo una extraña sensación, Madrid me llama. Y no me pienso resistir. No.
Pereza - Pereza y Cristina Rosenvinge -