Solo soy esclavo, rehén de mis principios, y no rindo obediencia a nadie, solo respeto a quien lo merece, brindo lealtad a quien confía en mí y admiración a quien aún camina por la senda correcta (en realidad más de lo que creen). No siento haber lanzado la idea de que José Blas Fernández sería un magnífico presidente de la Diputación de Cádiz. En absoluto. Puede que, de esa forma, haya alejado a fantasmas presuntosos/as de esa carrera. Indignos de estar en ese cargo por su sectarismo manifiesto. Es injusto que regalen cargos a patanes políticos.
No lamento que Pepe Loaiza -que necesita mayores energías, ideas y mentes para conseguir ser alcalde o no lo conseguirá (su estrategia mediática es un desastre)- se haya dado cuenta que es una buena idea. Como lo era presentar a mi apreciado Enrique Montiel, a quien espero no haber causado incomodo por esa idea que -por lo que pude apreciar- cayó bien en muchos ámbitos. Enrique es un caballero, un amigo y lo hará bien donde quiera que esté.
Me limito a expresar mi opinión, libre y directa, en un blog sin siglas ni obediencias debidas, que conservo como mi plataforma de información. Y sigo en mis trece. José Blas es el candidato ideal, siempre y cuando no vengan los de siempre a mangonear los presupuestos y las decisiones.
Teófila mantendría al veterano y eficaz edil en la órbita municipal y el aludido pondría colofón a una digna carrera en la que los más listos siempre le relegaron al número 2 o le apartaron de ser de nuevo senador, esgrimiendo una serie de mentiras que ni ellos mismos se creen. Y, lo que es más importante, haría un buen trabajo en la Diputación de Cádiz. Los funcionarios de la institución ya hablan de ellos y los intrigantes tiemblan.