Hay una guerra que Marruecos no puede ganar. Y es la de derecho a la información. La República Árabe Saharaui (RASD) cuenta con su propia televisión, en cuyo montaje -por cierto colaboró por cierto un experto andaluz- y gracias a la tecnología inalámbrica, a las nuevas redes 3G, a los teléfonos móviles con vídeo y foto, hemos ido recibiendo a duras penas la información que Marruecos no llega a controlar.
España es un país libre, desde 1978 tenemos una Constitución que nos ampara. Hay que romper el bloqueo, la mayoría de los españoles siente que dejaron abandonados a su suerte a los saharauis y tenemos toda la razón. Por eso, este conflicto no puede caer en saco roto.
Hoy mismo, mi compañera María Claver nos recuerda en El Economista que puede que el Sahara no tenga petróleo, pero los fosfatos son un enorme negocio que no debemos perder de vista.Pero tampoco nuestro derecho a recibir información.