La última vez que estreché su mano, y hablamos brevemente, fue en la pasada Feria del Caballo, en la caseta municipal viendo a Jesús Méndez. Moraíto nació en septiembre, un 14 y yo un 13. El en 1956 y yo en 1959. Me caía bien por muchas razones, en esencia porque era un flamenco de palabra. Una buena persona y un artista de los pies a la cabeza. Otro gran amigo, Manuel Martín, escribe hoy en El Mundo.es: "Crespones negros cuelgan de la bandera del flamenco, un género que está de luto porque ha muerto Moraíto Chico, el guitarrista al que bastaba una genialidad entre las cuerdas o una 'pataíta' por bulerías, tan penetrante y pasmosa, para hacer llorar de gozo a los auditorios más diversos.
Iba a cumplir el mes próximo 55 años de edad y la muerte le sobrevino sobre las diez y media de la mañana de este miércoles por mor de un encharcamiento pulmonar en el Hospital General de Jerez de la Frontera, donde se encontraba ingresado por un cáncer de pulmón tras el enfisema que le sobrevino hace unos cuatro años. El mundo del flamenco está consternado por cuanto Moraíto era, aparte de un instrumentista admirado por todos, desde Paco de Lucía a la nueva generación, un ser humano de difícil cotejo que recibirá el último adiós de sus incondicionales, amigos y seguidores a las 12.00 de la mañana en el Tanatorio de Jerez de la Frontera". Adiós Manué, ya eres un mito.