Comentario de opinión por Pedro de Tena
Lo que crispa actualmente a la sociedad española, desde el punto de vista jurídico y político, se veía venir. El señor Maragall ha dicho siempre, de una forma y de otra, que su propósito es la asimetría de las regiones españolas en función de pretendidos derechos históricos. Su federalismo asimétrico no resuena en nuestros oídos como algo nuevo, de ayer, sino que procede de la memoria más profunda y antigua. Yo he oído esa expresión hace muchos años y desde luego, en boca del ¿socialista? Catalán, más de dos años. Ocurría en sus viajes a Andalucía, donde encontraba a un Manuel Chaves sonriente, hablando del eje catalán-andaluz y aportando su granito de arena ideológico y político al debate con su federalismo cooperativo. ¿Se recuerda?
Además de los problemas constitucionales y políticos que tal estrategia de redefinición de la nación española plantea la iniciativa del nacionalismo-socialismo catalán, a los andaluces nos plantea una pregunta que pocos responden todavía. Y todo esto, ¿en qué va a afectar a nuestra autonomía, aquella por la que muchos salimos a la calle desde 1977?
Si hay una cosa clara es que los andaluces vivimos en una encrucijada. El 10% por ciento de nuestra renta real, según los estudios más precisos, procede de los fondos que derivan de la solidaridad nacional –Consejo de Política Fiscal y Financiera y el sistema de protección social-, y de las ayudas procedentes de la Unión Europea, que están a punto de acabarse.
Pese a eso, ayudas cuantiosas que llevan regando de “rentas solidarias” nuestra tierra desde 1982 en un caso y desde 1986 desde otro, Andalucía está a gran distancia de los niveles medios de bienestar.
El socialismo andaluz, tras una generación en el poder, ha sido incapaz de hacer lo que exigía el Estatuto: prosperidad, pleno empleo y demás bienes sociales que pueden contemplarse si se lee el artículo 12 del Estatuto.
Por ello, digo y creo que el señor Chaves no ha estado a la altura de las circunstancias. No lo ha estado cuando ha tenido la oportunidad de situar a Andalucía en mejores condiciones estratégicas económicas y sociales, a pesar de haber contado con 15 años de gobierno para conseguirlo y con más dinero que jamás tuvo gobernante anterior alguno.
¿Cómo pretende que creamos que lo hará a partir de ahora cuando la sequía solidaria amenaza a los fondos europeos y está presente en el disparate nacionalista catalán?
Por eso, no ha estado a la altura de las circunstancias permitiendo que el nacionalismo, con Maragall de bufón, pretenda ahora, no hay más que leer su Estatuto, hacer de Cataluña una nación federada a España que no ayudará – si no quiere-, a las demás regiones de España, a las mismas que ayudaron con su dinero a pagar el desarrollo económico catalán en los tiempos del proteccionismo económico de principios del siglo XX. Todo esto, en estado inicial, podría haberse combatido y evitado. Pero, ¿qué hacer ahora, en plena metástasis?
Andalucía no se merece esto. Necesitamos que la sociedad civil andaluza, que la hay aunque el PSOE haya impedido su floración y crecimiento autónomo durante 25 años tome la palabra y defienda el Estatuto de Autonomía, un Estatuto que, sin todas las regiones de España sometidas al mismo marco jurídico, será inaplicable. O sea, bajaremos de la primera a la tercera división casi sin darnos cuenta.