21 oct 2005

Más sobre Carrillo: "¿El silencio es oro?"

COMENTARIO DE OPINIÓN: Por PEDRO DE TENA

Considero que, a pesar de todo, los libertarios españoles – no me gusta llamarlos anarquistas porque si hubieran elegido el camino positivo de la defensa de la libertad personal antes que el de la destrucción de todo gobierno, mejor nos hubiera ido a todos, incluso a ellos -, han contenido en sus filas a numerosas personas honradas y cabales que tenían el ideal de acabar con la pobreza y la humillación de los pobres de España, que han sido muchos.


Estos sí tenían un sentido ético de la existencia y de la política, aunque los métodos de algunos de sus miembros sean absolutamente condenables y contrarios al libertarismo. Destruam et aedificabo es una estupidez, que necesita de la crueldad para ejecutarse.

Pero, precisamente, por su entereza moral y su respeto a los principios, no casaban muy bien con aquellos que obedecían las consignas de Stalin en la Segunda República. Por ello, muchos de ellos cayeron víctimas, no de las balas del franquismo, sino asesinados por la espalda en las propias trincheras del Frente Popular. El caso Nin, máximo símbolo de un partido marxista disidente, despellejado vivo por los agentes soviéticos en plena guerra civil, no fue sino el caso más famoso de muchos más.

Cuando a alguien como Carrillo lo hacen doctor honoris causa por las razones que lo han hecho – y nadie ha puesto en duda su contribución al logro de la transición democrática, aunque su conducta hubiera estado motivada por el sueño de sustituir al PSOE como partido medular de la nueva democracia-, me viene a la memoria Melchor Rodríguez, un libertario sevillano, que llegó a ser director general de prisiones en el año 1936.

Este hombre, que merece un homenaje sentido de numerosas familias españolas que deben agradecerle la vida de muchos de sus miembros, se enfrentó a los amigos de Carrillo y a otros responsables del Frente Popular y logró salvar de las “sacas” de Madrid, de esas que iban a Paracuellos, a centenares o miles de personas de una muerte segura. Entre los que salvó estuvieron algunos Luca de Tena, un Westendorp y muchos otros.

Lo que no entiendo es que la gente libertaria española, la CGT y la CNT, callen lo que saben, que es mucho y que, encima, colaboren en la pantomima de la recuperación de una memoria histórica que, antes que otra cosa, es una amnesia histórica para con la mitad de las víctimas.
Si hay que tener memoria, los libertarios deberían recordar, pero recordarlo todo. Y no para revivirlo, sino superarlo mediante reconciliación y convivencia.