Hoy me encontrado en la puerta con Ana Belén Oviedo. Ha llamado al timbre de mi casa y me ha contado una historia, una aventura de emprendedores en la nueva California de Europa (eso dijo un socialista hace tiempo. No le creímos, claro). A lo que voy, Ana es de Arcos de la Frontera. Y es panadera. Su sonrisa amplia, los labios cortados por frío (que el tiempo ha cambiado también aquí, en el sur) y su oferta verbal de traer el pan. Ana vende pan a domicilio, además tiene una granja escuela, que está ofertando a los colegios (el delegado provincial de Educación, Manuel Brenes, que es su paisano, no le ha hecho mucho caso a la chica, aunque igual lee esto y se lo piensa). Ana tiene dos o tres negocios más en la cabeza. Vamos, que no para la chica.
A sus venticuatro años, con su madre, Manoli, a su lado (se levanta a las seis de la mañana para hacer el reparto del pan con su hija), se le ha ocurrido que puede llevar el pan a tantas y tantas casas de tanta y tanta gente tan ocupada que no tienen tiempo de ir a la panadería cercana y comprar unos molletitos y una buena pieza de pan moreno.
Pero hoy el día de la Virgen del Rosario y es fiesta en Cádiz. Por eso estaba en casa y me he encontrado con ella. Me he parado con ella un ratito, le he pasado algunas ideas sobre el marketing panadero que he visto en otros países y le he dado las gracias por darme la oportunidad de contar su historia en esta España desastrosa.
La veo y la escucho, en vaqueros y con su madre al lado y pienso en la de millones de euros que se invierten en proyectos de compadres. O en los que nunca se invertirán porque los tenemos que devolver a Europa. Pienso en lo difícil que es buscarse la vida y en lo mucho que me gustaría poder ayudarle. Tengo a mano este blog, bendito instrumento para difundir ideas, propuestas y noticias interesantes.