Hoy, que conozco al detalle (a veces tanta información es nociva) las penurias del Gobierno andaluz para lograr una salida medio digna al conflicto de Delphi, he de reconocer que Antonio Fernández tiene un grave problema. Su entorno mediático nunca ha sabido -o podido, vaya usted a saber- contar la realidad de su gestión. Verán, conozco a Antonio desde hace muchos años, bastantes, y creo que no es mala persona. Antes al contrario, ser buena gente le ha valido más de un disgusto hasta económico. Si no fuera por un par de pelotas que interrumpieron nuestra amena conversación hoy en el Hotel Tryp de Jerez, la verdad es que discurría por buenos derroteros. Fernández ha lidiado con el toro de Delphi y con unos cuantos sobreros que, en vez de ayudarle, le han empitonado dentro y fuera. El me entiende.
Hoy, al escucharle desgranar los datos del empleo en los últmos diez años en la provincia de Cádiz, en unas jornadas de CCOO, le he creído. Las cifras son reales, pero la realidad es tozuda. Algo rechina. Le he preguntado al consejero sobre tres cosas: Boliden, las desavenencias con el empresariado andaluz de su Gobierno y si no hubiéramos debido empezar a desarrollar el Estatuto de Andalucía con el compromiso del pleno empleo, consagrando el derecho a un puesto de trabajo digno para poder tener esa vivienda que ahora nos ofrece Chaves. Empleo antes que vivienda. Tendré que seguir hablando con él, porque a los viejos amigos no hay que descuidarlos. En las diferencias está el sano debate. Y Antonio es amigo de hablar, lo sé a ciencia cierta. Cuando le dejan, claro. Nos vemos en la carretera, querido consejero.
(La imagen es del fotoperiodista Javier Amiguetti)