Tras publicarse la noticia de la adquisición por Osborne de las marcas de Domecq, me ha
sido inevitable escuchar numerosos comentarios de personas que, conocedoras de mi
relación con José María Ruiz-Mateos, me suponen enterado de la marcha de sus
negocios y proyectos. ¡Ojalá fuera así!
Es verdad que en mis frecuentes conversaciones con él para tratar temas relacionados
con la Fundación Teresa Rivero me honra con su confianza, haciéndome partícipe de
opiniones personales y proyectos que muy pocos conocen. Pero de ahí a saber lo que su
privilegiada mente empresarial encierra hay un abismo.
Los citados comentarios han sido en toda ocasión correctísimos, yendo desde los más
entusiastas hacia su labor hasta otros, quizás sarcásticos o malintencionados, que
intentan quitarle méritos. Relaciono algunos de ellos, que seguramente reflejan las
reacciones de distintos sectores de la sociedad jerezana al respecto:
-Era de esperar, ¿cómo le van a permitir hacerse con Domecq?.
-Este hombre tiene dos cojones, ¿quién si no él habría sido capaz de resucitar a
Rumasa?.
-No me creo lo de la oferta. Eso ha sido un farol para hacerse propaganda.
-Claro. Seguro que quería pagar al ¡ya te veré! y no se han fiado.
-Veréis como no desiste y consigue al final lo que quiere.
Mi respuesta a todos, dada con la mayor sinceridad y fruto del cariño y admiración que le
tengo, podría resumirse así.
-Puede que haya algo de verdad en que algunos no vean con buenos ojos su vertiginoso
ascenso y no quieran tenerlo otra vez mandando en el sector del jerez, pero ¿cuál es la
causa de este rechazo: envidia, temor, desconfianza, ...?
¿Cuántos hay que apuesten con esa fuerza por él?. ¿No es justo reconocer que su actitud
está colaborando a revalorizar, en estos momentos de incertidumbre, nuestra industria del
vino?
¿Sería Jerez el mismo si tuviésemos unos cuantos José María Ruiz-Mateos?.
-Por supuesto que tiene una capacidad de trabajo, fuerza, obstinación y visión
empresarial inigualables. Muy pocos habrá capaces de enfrentarse a la adversidad y
reponerse como él. Es asombroso observar cómo trabaja horas y horas, sin descanso,
con el mismo entusiasmo que en sus mejores años de juventud, secundado
permanentemente por sus hijos, a los que ha sabido imbuir sus mismos principios.
-¿Que ha sido un farol? ¿Qué no se fían de él? ¿Cómo se explica entonces que
cuente con el suficiente aval de entidades financieras como para permitirse hacer una oferta al contado de más de 8.000 millones de las antiguas pesetas, superior en más de un 30% a la del comprador, asegurando además el mantenimiento de todos los puestos de trabajo?.
-¿Que no va a desistir?. De eso sí que estoy seguro. Nunca, como también en esta
ocasión, ha dejado de luchar hasta el último minuto por sus proyectos.
Su fe inquebrantable en Dios y la aceptación incondicional de su Divina Voluntad le hacen
asumir lo que para otros sería un fracaso como una muestra del apoyo de Él y de su
venerado padre D. Zoilo, que han considerado que esto era lo mejor.
Por último, pensando que “Dios escribe derecho con renglones torcidos”, me permito
hacer una reflexión personal: ¿Cuánto tardará D. José María en volver a sorprendernos
con una nueva apuesta por Jerez?.
¡Que sea pronto!