(Artículo de José Blas Fernández)
EL PARO DE LA INMIGRACIÓN ES UN PROBLEMA DE CRECIENTE MAGNITUD
Pocos han puesto en duda las implicaciones positivas que la llegada de inmigrantes trajeron a España en busca de la demanda de empleo, absorbiendo labores que habitualmente rechazaba la población autóctona e impulsando el producto interior bruto, así como el número de cotizantes a la Seguridad Social. Este colectivo ronda cerca de los cinco millones de extranjeros reconocidos, aportando una mano de obra significativa, si bien, no poseían una cualificación profesional adecuada, estando este grueso del contingente en alta temporalidad y sobretodo, en la construcción y puntuales servicios.
Sin embargo, las cifras del desempleo en este colectivo de inmigrantes ha crecido más del 25% en el 2007, superando hoy casi los trescientos mil trabajadores extranjeros, de los cuales el 59% pertenecen a la construcción. Es decir, las arcas del Estado están pagando una dura factura que afrontan cerca de ciento sesenta millones de euros en el pago de prestaciones por desempleo a extranjeros, es decir, más del doble que en el año 2005, lo que está poniendo contra las cuerdas a la economía española, pues la propia desaceleración económica ya está rechazando ofertas de empleo para estos trabajadores, los cuales no podrán engancharse al mercado laboral este año y lo previsto por el Gobierno se ha ido al traste en cantidades no esperadas y sobretodo, sin haber hecho una previsión de la entrada de personas que pueden causar o derivar en otras dificultades, no sólo en economía, sino en el gasto sanitario, prestaciones, seguridad, etc..
Nuestra Seguridad Social ha dejado de sumar y empieza a restar, es decir, ya no existen cotizantes y sí preceptores de prestaciones, por lo que de seguir el ritmo que han tomado puede ser causa de un fuerte “dolor de cabeza” para este problema de creciente magnitud y de difícil solución, por lo que el tiempo que pone las cosas en su sitio, nos viene a recordar aquel efecto llamada que con alegría algún miembro del Gobierno actual abrió las puertas sin pensar lo que hoy se nos avecina. Es más, la inmigración posee una escasa preparación para poder afrontar otros menesteres, por lo que es mayor el problema si no existe un reciclaje profesional que los haga coparticipes de otros mercados de trabajo.
En conclusión, el abanico de oportunidades de trabajo se reduce a cotas nunca esperadas, estando tras la construcción, la hostelería, el comercio y la industria del metal y si creó expectativas la Ley de Dependencia, según el Ministro de Trabajo, hoy también nos damos cuenta que tampoco de aquellos doscientos mil nuevos puestos de trabajo que prometió apenas hay dos mil doscientos.
Con ello, estamos pagando alto coste en el desempleo, aumento del Fondo de Garantía Salarial (ante tantas quiebras y suspensiones de pago), incontrolable gasto médico farmacéutico que está sin cuantificar por las Comunidades Autónomas y eso sí, un cheque bebé que al tener esta inmigración un alto porcentaje de natalidad, también está haciendo “su agosto”, sin olvidar los subsidios que luego genera el agotamiento de prestaciones una vez que acaba el cobro del desempleo.
En resumen, una dura factura que viene a dar un duro golpe a la economía de este país y desconocemos todavía el efecto multiplicador de una inmigración sin trabajo y las consecuencias tan graves que ello conlleva. Tiempo al tiempo.
José Blas Fernández Sánchez
Presidente del Excmo.
Colegio Oficial de Graduados Sociales de Cádiz
EL PARO DE LA INMIGRACIÓN ES UN PROBLEMA DE CRECIENTE MAGNITUD
Pocos han puesto en duda las implicaciones positivas que la llegada de inmigrantes trajeron a España en busca de la demanda de empleo, absorbiendo labores que habitualmente rechazaba la población autóctona e impulsando el producto interior bruto, así como el número de cotizantes a la Seguridad Social. Este colectivo ronda cerca de los cinco millones de extranjeros reconocidos, aportando una mano de obra significativa, si bien, no poseían una cualificación profesional adecuada, estando este grueso del contingente en alta temporalidad y sobretodo, en la construcción y puntuales servicios.
Sin embargo, las cifras del desempleo en este colectivo de inmigrantes ha crecido más del 25% en el 2007, superando hoy casi los trescientos mil trabajadores extranjeros, de los cuales el 59% pertenecen a la construcción. Es decir, las arcas del Estado están pagando una dura factura que afrontan cerca de ciento sesenta millones de euros en el pago de prestaciones por desempleo a extranjeros, es decir, más del doble que en el año 2005, lo que está poniendo contra las cuerdas a la economía española, pues la propia desaceleración económica ya está rechazando ofertas de empleo para estos trabajadores, los cuales no podrán engancharse al mercado laboral este año y lo previsto por el Gobierno se ha ido al traste en cantidades no esperadas y sobretodo, sin haber hecho una previsión de la entrada de personas que pueden causar o derivar en otras dificultades, no sólo en economía, sino en el gasto sanitario, prestaciones, seguridad, etc..
Nuestra Seguridad Social ha dejado de sumar y empieza a restar, es decir, ya no existen cotizantes y sí preceptores de prestaciones, por lo que de seguir el ritmo que han tomado puede ser causa de un fuerte “dolor de cabeza” para este problema de creciente magnitud y de difícil solución, por lo que el tiempo que pone las cosas en su sitio, nos viene a recordar aquel efecto llamada que con alegría algún miembro del Gobierno actual abrió las puertas sin pensar lo que hoy se nos avecina. Es más, la inmigración posee una escasa preparación para poder afrontar otros menesteres, por lo que es mayor el problema si no existe un reciclaje profesional que los haga coparticipes de otros mercados de trabajo.
En conclusión, el abanico de oportunidades de trabajo se reduce a cotas nunca esperadas, estando tras la construcción, la hostelería, el comercio y la industria del metal y si creó expectativas la Ley de Dependencia, según el Ministro de Trabajo, hoy también nos damos cuenta que tampoco de aquellos doscientos mil nuevos puestos de trabajo que prometió apenas hay dos mil doscientos.
Con ello, estamos pagando alto coste en el desempleo, aumento del Fondo de Garantía Salarial (ante tantas quiebras y suspensiones de pago), incontrolable gasto médico farmacéutico que está sin cuantificar por las Comunidades Autónomas y eso sí, un cheque bebé que al tener esta inmigración un alto porcentaje de natalidad, también está haciendo “su agosto”, sin olvidar los subsidios que luego genera el agotamiento de prestaciones una vez que acaba el cobro del desempleo.
En resumen, una dura factura que viene a dar un duro golpe a la economía de este país y desconocemos todavía el efecto multiplicador de una inmigración sin trabajo y las consecuencias tan graves que ello conlleva. Tiempo al tiempo.
José Blas Fernández Sánchez
Presidente del Excmo.
Colegio Oficial de Graduados Sociales de Cádiz