Los adoro, de verdad, Soniquete Alendoy es el vivo ejemplo de que Jerez sobrevive pese a los mediocres que durante años no han caído en la cuenta de que el verdadero potencial jerezano, amén de caballos y vino, está en su cultura, en el flamenco que, si se considerara como una industria, nos dejaría importantes dividendos. Ay como me duele mi tierra y la falta de visíón histórica. Todo puede cambiar, eso espero.