16 ene 2011

Deja que las tragedias se vayan


No sé, serán tantas cosas que vengo viviendo en estos días, eso de estar desmontando esquemas, ideas preconcebidas sobre personas a las que creía, y lo siento tanto, buenas. Pero son, en esencia, malas. Tóxicas. Y he de apartarlas a toda prisa porque debo hacer hueco en mi corazón, en mi alma, para todo lo bueno que está por venir. Una persona que me aprecia, lo sé, me dice que no debo desnudarme tan fácilmente al escribir, que hay gente mala. Y le contesto, entre risas, que me da igual. Que les den.

Esta puta bitácora, este cuaderno de mis alegrías y penas es un diario abierto. He tomado esa decisión libre, lo mismo que lo es el blog, hasta donde puedo. Os deseo lo mejor, que tengáis la suerte de querer a alguien y que os quieran muchos y muchas, que vuestra agenda estalle de amor.

Hay que dejar que las tragedias se vayan, pasarán sin que te des cuenta, como los temporales. Llega la calma, o quizás sea la batalla, da igual, porque ya nada es igual, ni lo será.

Y os quiero mucho cuando miro las estadísticas del blog de vez en cuando e imagino vuestra cara al leer algunas cosas. No quiero más lectores, tengo los justos, me da esa impresión. Pero me encantaría tener una cámara, para veros a todos y a todas.