Ruiz-Mateos, en una de sus comparecencias. Foto Efe |
Desde que Felipe González y su flamante Gobierno socialista, recién aterrizado, aprobara la expropiación de Rumasa, la ciudad que más ha sufrido los efectos de aquella decisión ha sido, sin duda, Jerez de la Frontera. Miles de puestos de trabajo han ido desapareciendo año tras año hasta la actualidad, en que solo quedan 146 trabajadores en las bodegas Complejo Bellavista, Zoilo Ruiz Mateos, Bodegas Valdivia y Bodegas Teresa Rivero, además de a la comercializadora Unión de Grandes Bodegas. La mitad de sus plantillas sobra, según Back in Business, sociedad perteneciente al empresario valenciano Ángel de Cabo, actual propietaria del Grupo Nueva Rumasa. El llamado Marco de Jerez - las siete principales bodegas controlan el 31% superficie de su producción vitivinícola- se enfrenta a otra seria crisis laboral, con la marca de la abeja.