No paro de pensar la conmoción que supone la eventual entrada de Turquía en la Unión Europea. Según todos los despachos de agencias que llegan, se da por hecho que éste país acepta las condiciones de la UE para la adhesión. Tengo una amiga que anda enamorada de un chico de Estambul. Se gasta una pasta en teléfonos y el amado, ni les cuento. Como ella, aunque de otros encantos, fascinados se quedan miles y miles de europeos cuando vuelven de Turquía. Si el turismo entrara en muchos países de Oriente Medio, las cosas cambiarían.
Le brindo una idea gratis a ZP (no me va a hacer ni caso, pero nunca se sabe), que les enseñe a todas esas gentes las bondades del turismo sostenible y religioso. El cultural, basado en el respeto a las tradiciones, podría ser una de las bases de su famosa Alianza de Civilizaciones.