Juan Luis Cebrián y José Manuel Caballero Bonald miraron al auditorio en la moderna sala de los Museos de la Atalaya, en Jerez. El hombre referente de PRISA acaba de terminar su conferencia. ¿Preguntas? Ni una, el congreso sobre Literatura y Periodismo se clausura con una conferencia de Cebrián (con la que hay montada sobre el fútbol) y nadie pregunta. Autógrafos, unos cuantos, a señoras de pelo rojo y ceño fruncido. Comenté a Cebrián al inicio de su relato, cuando caminaba entre flashes amigos después de arrearle a la derecha española, que a ver si tenía más intervenciones como "la del otro día". JLC miró a la alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, del PSOE, esbozó una sonrisa diría yo que de compromiso, y exclamó, con tono divertido: "Hombre, yo he venido aquí a hablar de literatura y periodismo, de eso no, pero habrá otros momentos, al final podrán preguntar todo lo que quieran". Luego escuché atento, incluso tomando notas, su conferencia. Sin dormirme. Llegó el final y no hubo preguntas. Yo tampoco las hice. Normal, uno comienza a estar harto de que el personal aproveche cuestiones para luego lucir crónicas, y viceversa. No es petulancia, es que estoy hasta las narices.
Por eso, el diálogo, las preguntas, las consideraciones y los comentarios sobre todos los temas, hasta sobre la "mafia rusa" en Marbella, llegarían luego, en una copa ofrecida en las bodegas González Byass, un broche final para el congreso literario que no gustó al escritor -"esto es para guiris", dijo por lo bajini- y nos hizo sudar de lo lindo. ¿Qué dijo? Hombre, no pretenderán que sea infiel a una grata noche con el influyente Cebrián. Simplemente les digo que lo que pasa en Prisa es más profundo de lo que sospechan Moraleda & friends y Rajoy & boys. Mañana sale el periódico global en español. ¿Objetivo? Más de cuatrocientos millones de ciudadanos/as que hablan en nuestro idioma. Y la Galaxia Google. El País se despereza.