No creo en las fronteras, nunca he creído, pero sí en la dignidad, y en el derecho al trabajo y a la libre circulación, pero con unas reglas del juego democráticas y garantías laborales. El 'papeles para todos' auspiciado por el afortunadamente ex ministro Caldera, nos lleva ahora a una situación delicada, en la que echo de menos a corderos y pancarteros que antes iban de progres gritando en defensa de los derechos laborales de los inmigrantes. Aunque esa era la fachada, porque sus actos tenían una clara motivación política, de feroz crítica contra un gobierno al que pintaban de xenófobo. Pero nadie contaba con la crisis. Y ahora los discursos (basta cambiar las siglas y reflexionar un poco) suenan un poco trasnochados, casi propios de Le Pen.
Minuto Digital reflexiona al respecto hoy: "La semana pasada estuvo marcada por la polémica generada por las declaraciones del ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, en las que afirmó que se reduciría la contratación de inmigrantes en origen, y las del portavoz parlamentario del PSOE, José Antonio Alonso, quen declaró: «Lo prioritario es atender a los ciudadanos españoles que necesitan trabajar. Si hay un puesto de trabajo que puede ser cubierto, en función de la cualificación requerida, por un desempleado español, éste tiene que tener prioridad». Las afirmaciónes de Corbacho y Alonso parecen absolutamente razonables. La mayoría de los españoles la firmarían, pero desde algunos medios han equiparado las declaraciones de los socialistas a las realizadas por el francés Le Pen, etiquetándolas de xenófobas y racistas. ¿Tienen razón?" (Interesante debate ¿no?)
