13 oct 2005

El abucheo de Zapatero, Bono y el facherío", dos notas para empezar el día

Por Pedro de Tena:

Recuerdo haber leído hace ya tiempo que algunos libertarios españoles – un grupo de ellos ha sido excepcionalmente honrado, austero y personalmente ejemplar -, consideraban absolutamente inadecuado que los asistentes a un congreso, del nivel que fuera, aplaudieran a los intervinientes. La razón era clara. En un congreso, asamblea, reunión o mesa –si son democráticos-, se trata de atender a los argumentos, reflexionar sobre ellos y determinar, en libertad, quién o qué debe recibir apoyos y qué o quién no.

Pero el aplauso puede ser vehículo de la manipulación interesada. Recuérdese la clac de los teatros. Incluso cuando es limpio y noble, es expresión de la emoción, que no de la razón.

Estoy de acuerdo. Si se trata de considerar a toda persona como un ciudadano libre, dotado de inteligencia y de capacidad de discernir la relación entre sus propios intereses y aspiraciones y los intereses y aspiraciones generales, el aplauso debería estar deslegitimado e incluso afeado.

La democracia, si es sincera, si es real, si es honesta, debe respetar el derecho de cada ciudadano a decidir en libertad y en razonabilidad. Por eso, el aplauso, los vítores, las aclamaciones son malas para la democracia. Nerón, que no era amante de la democracia, se hacía acompañar por 5.000 adolescentes pagados para ovacionarle y loarle en público.

Pero si es malo el aplauso, malo es el abucheo. Uno puede comprender que haya sentimientos irrefrenables, pero en una democracia seria, el abucheo no es de recibo. Lo que necesitamos no es un griterío. Precisamos razonamientos. En esta hora de España, las razones tienen que predominar sobre las emociones.

BONO O EL FACHERÍO

Si algo le debemos al señor Zapatero es haber dejado en la cuneta de la secretaría general del PSOE al señor Bono. Lo de este señor Bono, no tiene nombre. Bueno, sí lo tiene, pero que cada uno le ponga el que considere más adecuado.

Sabida es la persistente actitud de la oligarquía socialista de tildar de “facha”, es decir, fascista, a todo el que no comulga con todas o alguna de sus ideas.

Se trata de algo así como una bula de “eticidad histórica” o “corrección intelectual”. Si no lo ves como lo ve la dirección socialista es que no ves la “verdad” ética o histórica y por tanto, eres o un alienado o un enemigo de la “científica” dirección de la historia. O sea, dicho en otros términos, eres un facha.

Bono llamó “facherío” al grupo social al que, según su criterio, pertenecen los que abuchearon el domingo al presidente Zapatero. Es la clásica articulación de la “propaganda negra”: arruinar el prestigio del adversario sin reparar en la moralidad e idoneidad de los medios. Lamentable.

Por cierto, hace no pocos años, el que se mostraba orgulloso de la bandera española, el que vendía relojes o baratijas con sus colores, el que hablaba sencillamente de España y se sentía honrado por ser español, era considerado por Bono y sus correligionarios como un facha. Ahora, ese dechado de coherencia intelectual que es el ministro de Defensa, reparte abalorios ataviados con los colores nacionales y lo considera progresista.

Si el progreso existe, debe consistir en prescindir del señor Bono.