26 oct 2005

¿Operación Mitterrand en España?

Comentario de OPINIÓN.
Por Pedro de Tena:
¿Operación Mitterrand en España? Todos los esfuerzos, todas las iniciativas, todos los proyectos, todos los aparentes sinsentidos del actual gobierno socialista cobran de pronto razón y coherencia cuando se vislumbra la hipótesis de la ruptura del centro derecha español. El año 1996, marzo, fue la demostración de que el Partido Socialista, que supuso casi eterna su presencia en La Moncloa, no disponía de la mayoría política necesaria para asentara un proyecto de cambio “esencial” en la sociedad española.

El año 2000, marzo, fue la consecuencia lógica. Cuando las elecciones generales de ese año dieron la mayoría absoluta al Partido Popular, los estrategas socialistas cayeron en la cuenta de que algo había que hacer para recuperar el poder político sin más dilación.

En estrategia de un partido debe haber cuestiones de corto plazo y cuestiones de largo plazo. A corto plazo, el PSOE optó por la oposición demagógica-sentimental en los “media” y la pasión de la calle como artefacto de presión.

Los errores del gobierno Aznar – que, visto lo visto, parece que tenía una idea muy distinta de la España que legaba -, hicieron el resto. Un oportuno atentado masivo convirtió en río de votos para Zapatero el descontento generado por las insuficiencias puntuales del Partido Popular. Una vez más se demostraba que el centro derecha y los liberales españoles, en general, no entienden nada de propaganda por más que entiendan de otras cosas.

Pero a la largo plazo la cuestión es bien otra. De lo que se trata es de dividir al centro derecha española, al menos, entre centro y derecha. Es decir, como hiciera Mitterrand en la Francia de los años 80, se trataba de provocar la resurrección de la extrema derecha mediante la introducción de elementos insoportables para al emocionario colectivo de los votantes centristas y moderados. Mitterrand utilizó, especialmente, el asunto de la inmigración, “papeles casi para todos” y dio a luz a Le Pen.

En España, a la política radical de inmigración y a la actitud genuflexa ante Marruecos, hay que sumar el aliento de las operaciones nacionalistas que actualmente tienen crispada a España, el ataque inmisericorde - no a la religión sino a una sola religión, la católica -, y el desmoronamiento de una visión nacional española del pasado y el futuro (la visión nacional vasca o catalana e incluso gallega sí persisten) merced al desmantelamiento de la educación.

De triunfar la operación antes de 2008, por vez primera desde 1990, el voto liberal y de centro derecha se vería dividido desplazándose un porcentaje sólido de sufragios hasta nuevas opciones políticas que harían imposible que Rajoy, por ejemplo o cualquier otro en el futuro, fuese el candidato más votado.
Y, en todo caso, un gobierno del centro derecha no tendría más remedio que apoyarse en un partido de extrema derecha, lo que legitimaría una oposición más contundente por parte de las izquierdas.

La sólida alianza entre socialismo, comunismo y nacionalistas haría posible la formación de gobiernos, tal vez débiles, al principio, pero ayudarían a consolidar en unos años el “régimen” político y social deseado.
En mi opinión, la operación está en marcha. Creen muchos que tal estrategia crispará aún más la sociedad española.

Bueno, ¿y qué? ¿A quién le importa eso?